Santiago el Mayor

Santiago el Mayor, uno de los apóstoles de Jesucristo, pasó varios años de su vida evangelizando poblaciones de la Gallaecia romana.  Fue apresado en Jerusalén en el año 42 y murió decapitado por orden de Herodes Agripa. Sus seguidores embarcaron su cuerpo rumbo a Galicia para que fuera enterrado en tierras donde había predicado.

Ocho siglos después de la muerte del Apóstol Santiago, hacia el año 813, un ermitaño llamado Pelayo  vio una estrella posada en el bosque Libredón.  Se lo comunicó a Teodomiro, obispo de Iria Flabia y éste ordenó investigar el terreno y descubrieron en la espesura una  antigua capilla y un sepulcro con los restos del apóstol Santiago.

Enterado de tan sorprendente noticia el rey leonés Alfonso II el Casto, viajó con su cortejo real desde Oviedo hasta el lugar del descubrimiento, considerándose el primer peregrino Jacobeo de la historia. La noticia de la aparición se extendió por toda Europa y comenzaron a peregrinar fieles de todos los lugares del continente.

La ruta Jacobea transitaba cerca de la costa del Cantábrico, aprovechando antiguas vías romanas, a salvo de los normandos del norte, y de los sarracenos al sur de la Cordillera Cantábrica. Los peregrinos acudían a millares cada año, se levantaban hospitales, albergues, iglesias y nuevas villas y ciudades. Los reyes de Navarra, Asturias y León fomentaron la ruta construyendo puentes y empedrando caminos, y buscaron nuevos itinerarios más meridionales debido a las nuevas conquistas de territorio. El camino se convirtió en una ruta militar, un camino de fe, una vía de comunicación y comercio y un flujo imparable de expansión del cristianismo.

Entre los siglos X y XIII el Camino de Santiago discurrió por lo que hoy llamamos la Vía de Bayona, principalmente porque el Camino de la Costa se encontraba asediado por los asaltos de los bárbaros normandos, y el Camino francés estaba en plena dominación árabe, por lo que la Vía de Bayona se convirtió en el trazado más seguro para los cristianos que se dirigían a  Compostela. Gracias al privilegio otorgado en el Fuero de Miranda por Alfonso VI en 1099, y la conversión de la ruta por parte de Alfonso VIII en Camino Real, potenciaron aún más el paso de peregrinos, y convirtió al Camino en motor de la economía de la época. Después de una época de olvido y ostracismo, deseamos sacar a la luz esta preciosa ruta hacia Santiago, para deleite y conocimiento de todos los que nos quieran visitar.

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